La inflación que se manifiesta día a día en el precio de productos básicos como frutas y hortalizas, dejó este primer cuatrimestre del año una variación de precios que, lejos de responder únicamente a la estacionalidad, revelan mecanismos más ligados a distorsiones estructurales del mercado, la concentración comercial y la especulación.

Durante el primer cuatrimestre de 2025, los precios de frutas, verduras y hortalizas experimentaron aumentos en comparación con el mismo período de 2024 por encima de la inflación. Estos cambios reflejan las dinámicas de un mercado interno con altos índices inflacionarios, pero también la influencia de factores como la apertura de importaciones y las condiciones agroclimáticas.

Durante estos primeros 4 meses, estos alimentos registraron incrementos que en algunos casos superaron el 40% respecto al mismo período de 2024. Según datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), el segmento de verduras, tubérculos y legumbres (VTL) mostró una gran volatilidad ya que cayó un 28,9% en diciembre, creció levemente en enero, volvió a bajar en febrero un 7,6%, se disparó en marzo con un aumento del 43% y bajó un 2,5% en abril.

El tomate fue el que mayor variable de precio tuvo ya que aumentó 6,7% en febrero, y pegó un salto de 97,6% en marzo y en abril volvió a subir otro 56,7%. La lechuga también tuvo un recorrido errático porque cayó en enero, subió 34,8% en febrero, 77,9% en marzo, y luego se desplomó un 57,9% en abril.

La cebolla durante estos meses aumentó 38% mientras que el zapallo bajó un 20%, favorecida por una mayor producción local. Los datos, relevados reflejan un mercado frutihortícola altamente inestable, donde los precios no siempre responden a la lógica de la oferta y la demanda.

En el caso de las frutas, los precios subieron en promedio 3,5% en diciembre y 22,3% en enero. En marzo se registró una caída del 9%, pero en abril se mantuvo esa contracción. En conjunto, las frutas presentaron un incremento interanual en sus precios ponderados del 8,7%, destacándose el limón con un aumento del 100,3%, seguido de la naranja con un 64,5% y la banana un 1,5%. Por otro lado, la manzana fue la única fruta que contrajo su precio en un 3,4%.

Brecha de 120,5% en abril entre los precios en el MCBA y los supermercados 

Precios de frutas y hortalizas: una montaña rusa que golpea al bolsillo
Foto: Diego Diaz

En el primer cuatrimestre del año la brecha entre los precios mayoristas del Mercado Central y los precios que pagan los consumidores en supermercados alcanzó niveles alarmantes. Según el Centro de Economía Política Argentina (CEPA), esta diferencia osciló entre un mínimo del 70,9% y un máximo del 135,3% en los últimos tres años, con una mediana cercana al 100%.

En febrero de este año, la brecha llegó al 139,8%, marcando uno de los picos más altos del período y evidenciando que los precios de frutas y hortalizas sufren un sobreprecio en el canal minorista que no guarda relación con su valor de origen.

Esa brecha en las hortalizas en abril fue del 120,5%, registrando una caída en relación con el mes anterior de 11,0 puntos porcentuales. Esta distorsión, lejos de corregirse, se profundiza mes a mes, afectando tanto a consumidores como a pequeños productores.

Otro componente de la variación en los precios es la falta de regulaciones efectivas o controles estatales que puedan moderar los abusos. Frente a los constantes desequilibrios en los precios, el Estado redujo su rol en la fiscalización del mercado dejando a los consumidores expuestos a una suerte de “guerra de precios”, donde los perdedores son siempre los mismos: los sectores populares, que destinan una porción cada vez mayor de sus ingresos a la compra de alimentos básicos.

Mientras las góndolas se llenan de etiquetas nuevas cada semana y el consumidor se ve obligado a comparar precios constantemente, las distorsiones en la formación de precios persisten. El problema no es solo cuánto aumentan los tomates o las naranjas, sino por qué lo hacen tan bruscamente y sin mecanismos que amortigüen el impacto.

Siguiendo esta estrategia ideológica de libre mercado, el Gobierno Nacional impulsó durante los primeros meses de 2025 una apertura acelerada de importaciones con el objetivo de contener los precios de frutas y hortalizas, pero los resultados muestran lo contrario: los precios no bajaron y, en cambio, aumentaron tanto en góndola como en volumen importado.

Según datos oficiales del INDEC y del Ministerio de Agricultura, entre enero y abril ingresaron al país más de 210.000 toneladas de estos productos, un 16% más que en el mismo período de 2024.

Este salto importador no solo no alivió el bolsillo del consumidor, sino que terminó reforzando la presión inflacionaria: el ajo proveniente de China se encareció un 30% interanual, la papa importada desde Países Bajos subió un 18%, y frutas como la banana ecuatoriana y la manzana chilena registraron aumentos del 22% y 15%, respectivamente.

En comparación con 2022, las importaciones de frutas y hortalizas se incrementaron en un 40%, evidenciando una problemática al mediano plazo generada por la dependencia del abastecimiento extranjero para cubrir la demanda interna.

Esta política, lejos de solucionar los problemas de acceso y precios, genera además una presión adicional sobre los pequeños y medianos productores, que ven sus productos desplazados en la cadena de comercialización afectando próximas cosechas y agudizando las desigualdades territoriales.

La volatilidad en los precios de frutas y hortalizas durante el primer cuatrimestre de 2025 refleja las complejidades del mercado frutihortícola argentino. Factores como la apertura de importaciones, las condiciones agroclimáticas y las dinámicas de comercialización influyeron en estas variaciones de precios, afectando tanto a productores como a consumidores.

Es fundamental implementar políticas que estabilicen el mercado y protejan el poder adquisitivo de los ciudadanos, garantizando el acceso a alimentos esenciales a precios justos.